Cuando hubo pasado la polvareda de las batallas de la guerra, primero, y de la guerra civil, después a principios de los años veinte, y dejo de correr la sangre de los cadáveres y de las heridas, la mayor parte de lo que hasta 1914 había sido el imperio ortodoxo ruso de los zares se mantuvo intacto como imperio, pero bajo la autoridad de los bolcheviques y consagrado a la construcción del socialismo en el mundo.
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