En el siglo XVII se enconaron las heridas no cicatrizadas de la centuria anterior: Los historiadores coinciden en afirmar que fue una época de profundas crisis políticas económicas sociales y religiosas. Brotaron de nuevo los viejos conflictos y reaparecieron con virulencia las guerras religiosas, imperialistas y nacionalistas, en el seno de lo que se ha llamado guerra de los Treinta Años.
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